El espacio creado en Almería a su recuerdo es utilizado como lugar de botellón o decorado.
Hace unos días, Joaquín Ruano subió a su perfil de Facebook una foto que, rápidamente, generó decenas de comentarios entre sus seguidores, la mayor parte de ellos contrariados por lo que ahí se veía: una pareja de novios posaba para un fotógrafo entre las columnas que integran el monumento a las víctimas del campo de concentración nazi de Mauthausen, situado junto al Cable Inglés.
Ruano, almeriense, es profesor de español en la universidad de Zúrich y lleva varios años viviendo en la ciudad suiza. Esa tarde, se cruzó con los novios y el fotógrafo, que ensayaban las poses para el reportaje de boda. “Me pareció irrespetuoso, claro que sí, por eso hice la foto, pero no creo que ellos fueran conscientes de estar cometiendo ninguna falta. Y esto último, la inconsciencia, me parece más grave que la falta de respeto. No sé si ellos sabrían cuál es la historia de ese monumento, seguramente no, pero eso es símbolo de un problema aún mayor: la falta de interés en la formación de una memoria histórica por parte de nuestras instituciones”, explica, en conversación con este periódico.
Terror nazi
La historia a la que se refiere Ruano es terrible y monstruosa. Desde su apertura, en agosto de 1938, hasta la liberación por el ejército de Estados Unidos, en mayo de 1945, unas 190.000 personas fueron deportadas al campo de concentración nazi. Miles de presos fueron muertos a golpes, abatidos a tiros, asesinados mediante inyecciones o llevados a perecer por congelación. 252 eran republicanos almerienses. 142 de ellos no lograron sobrevivir al infierno.
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería, Fernando Martínez, también cree que el hecho de que unos novios se fotografíen allí o que el lugar sea utilizado cada fin de semana por decenas de veinteañeros para hacer botellón -y que han “rebautizado” al lugar como ‘Los Palos’- es fruto de un desconocimiento inherente al olvido que se ha querido dar a las víctimas del fascismo y franquismo.
“Esto no suele ocurrir en los países democráticos que vencieron al fascismo y desarrollaron un relato entre la ciudadanía de políticas de memoria democrática, de valores cívicos y republicanos y defensa de los derechos humanos. Estos monumentos son lugares de memoria y de recuerdo del compromiso que tenemos para con las víctimas y los derechos humanos con el fin de fortalecer una sociedad democrática”, argumenta.
Para el delegado de Cultura de la Junta, Alfredo Valdivia, la anécdota es llamativa, pero nada más: “Es irrespetuoso, pero también un hecho aislado. Creo que la mayor parte de los ciudadanos sí sabemos el significado de ese lugar”.
El espacio se inauguró en 1999 y recibió en 2012 la consideración de Lugar de Memoria Histórica de Andalucía. En él reposan las cenizas de Antonio Muñoz Zamora, último superviviente almeriense de Mauthausen. Identificado con el número capicúa 90.009, pesaba solo 29 kilos cuando el campo de concentración fue liberado por las tropas aliadas.
"Símbolo de la dignidad”
“Contar en nuestra tierra con un monumento que recuerda a los almerienses que fueron asesinados en el campo de exterminio de Mauthausen debería hacernos sentir a todos afortunados y agradecidos. Es el símbolo de la dignidad demostrada por quienes dieron su vida por la libertad y lo menos que les debemos es conocer su historia, que es también la nuestra. Ignorar lo que ese monumento simboliza es irrespetuoso e irresponsable”, opina la periodista Ana Torregrosa, que escribió junto a Emanuel Camacho 'Mauthausen 90.000'. El libro es la historia de Antonio Muñoz Zamora, que tras combatir junto a la Resistencia Francesa, fue arrestado por la Gestapo y deportado a los campos de la muerte.
(La voz de Almería)
Comentarios
Publicar un comentario