Antes del concierto, la velada estuvo ambientada por los almerienses Yeieme y Yosef the Soul.

En este último aspecto ha jugado un papel fundamental la escalada de la música urbana latina hacia los primeros puestos en las listas de éxitos musicales de países de habla anglosajona como Estados Unidos o el Reino Unido. El remix de Justin Bieber de la afamada Despacito de Daddy Yankee y Luis Fonsi o la última versión de Beyoncé del éxito Mi gente de J Balvin sirven como buenos ejemplos para entender cómo la música latina se ha convertido en un fenómeno que trasciende lenguas y fronteras.
Cualquier persona que el pasado miércoles por la noche rondase los aledaños de la Plaza de Toros de Almería podía adivinar que algo inusual estaba pasando, o iba a pasar, dentro del recinto. Una riada de personas, comparable a la de las grandes tardes taurinas en la provincia, acudía a una plaza engalanada para la ocasión. La diferencia de público al que acostumbra recibir el lugar era, sin embargo, sustancial: gente joven, entre los que muchos no superaban la veintena de edad, ataviados con una característica estética swagger y dispuestos a ver a uno de los reyes del momento de la música latina.
Bad Bunny, el cantante puertorriqueño, ofreció un espectáculo que a buen seguro tardará tiempo en borrarse de la memoria de los más de 3.000 asistentes que ocuparon el ruedo y las gradas del foro taurino por excelencia de la ciudad. Corren nuevos tiempos en la música a nivel mundial y el público joven, aquel que no supera los treinta años, está siendo determinante a la hora de configurar la oferta musical de las grandes plataformas de esta industria.
El fenómeno Bad Bunny, un cantante de 23 años que se ha labrado una trayectoria llena de éxitos en apenas dos años, tiene que ver con dos elementos fundamentales, que le elevan al estatus de ídolo de masas: por un lado, el auge de Internet como la alternativa más exitosa a la hora de lanzar una carrera musical sin apoyo de una compañía discográfica y, por otro, el impacto del castellano como un idioma que ocupa las primeras planas musicales en el mundo, un espacio hasta hace poco reservado en exclusiva para la lengua inglesa.
Actuación
Todos estos elementos explican cómo ayer, a pesar de que el concierto apenas se había promocionado en las plataformas convencionales de la capital, la Plaza de Toros se convirtió en el epicentro de la 'movida' juvenil almeriense. Durante el concierto, Bad Bunny demostró por qué ostenta semejante poder de convocatoria. El 'boricua' encandiló con un repertorio de más de dos horas en el que tuvo en todo momento al público metido en su bolsillo. Incluso se atrevió a lanzar alguna chanza subida de tono a su audiencia femenina -"La que al final se venga conmigo esta noche tiene que bailarme primero..."-, en un alarde de sensualidad que tan poco gusta entre ciertos sectores, pero que define a la perfección el espíritu de esta música, que acumula seguidores y detractores a partes iguales pero que no suele dejar a nadie indiferente.
Producto local
El evento sirvió a su vez para descubrir a los jóvenes talentos que alumbran este estilo musical en la provincia de Almería. La 'cantera' almeriense dejó su sello a través de dos artistas: YEIEME y Yosef the Soul. El primero, de 19 años, demostró que, a pesar de su juventud, no se achica encima del escenario. El almeriense hizo suyos los momentos previos al espectáculo de uno de los ‘reyes’ de la música urbana latina. Apunten el nombre de este artista.
Yosef the Soul, productor musical y dj más contrastado que su antecesor, calentó los momentos previos al show con ritmos de hip hop y electrónica en una sesión que, a juzgar por la positiva respuesta del público, bien podría tener más presencia en la escena nocturna almeriense. Por su parte, hasta de esperar a que otros con más capacidad tomen la iniciativa, los artistas de la escena musical urbana de Almería han despegado por sí solos.
(La voz de Almería)
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