La caseta de La Prensa celebra su tradicional recepción con el aliciente de ser el primer encuentro social de políticos y periodistas tras las elecciones del domingo.
Todos los años, la Asociación de la Prensa de Córdoba ofrece el primer lunes de la Feria de Mayo una copa en su tradicional recepción en la caseta de La Prensa. Pero cada cuatro, la cita suele traer una coincidencia que no siempre es grata para todos: la noche de antes se han celebrado las elecciones municipales. Y pase lo que pase, políticos, empresarios, representantes de los sindicatos y demás fuerzas vivas municipales, se reúnen bajo una misma lona a beber y comer como si tal cosa. Se haya ganado, se haya perdido o nadie sepa qué ha pasado exactamente. Y eso último ha ocurrido este lunes.
En 2011, el alcalde Andrés Ocaña, tras los peores resultados electorales de Izquierda Unida y después de uno de los fines de semana más agrios de su vida política -la madrugada del sábado anterior, mientras explotaban los fuegos artificiales que inauguraban la Feria, el Banco de España expropiaba Cajasur- se armó de dignidad y visitó estoico la caseta. Allí se encontró a la exultante cúpula del PP cordobés, con José Antonio Nieto al frente, que acababa de lograr la mayoría absoluta en Capitulares. Así que hace cuatro años estaba claro quién había ganado y quién había perdido las elecciones. Pero, ¿y ahora?
Este domingo las urnas han dejado el panorama en la Caseta de la Prensa algo más confuso. Nieto ha vuelto a ganar las elecciones pero, como le pasó en 2007, su mayoría no es absoluta y le deja expuesto a posibles pactos de las fuerzas de izquierda, encabezadas por el PSOE y su candidata,
Isabel Ambrosio. De esta forma, el alcalde en funciones y vencedor en las urnas insistía en lo que ha dicho el parlamentario andaluz y exteniente de alcalde de Presidencia, Miguel Ángel Torrico: que comienza a dialogar con el resto de fuerzas políticas y que va a pedir un recuento de votos. Nieto y el PP sospechan que todavía pueden arrancar un concejal más al Pleno, en detrimento del PSOE.
Así que en la caseta de La Prensa todo el mundo andaba felicitando y consolando a todo el mundo. Al alcalde por ganar a sabiendas de que a lo mejor no va a gobernar. Y a Ambrosio porque a pesar de tocar el gobierno con la punta de los dedos, afianzarlo supone un frenesí de reuniones,
conversaciones, acuerdos y pactos de tal calibre -con IU y Ganemos- que pocos quieren estar en su piel. Ella, por su parte, optó por vestirse de flamenca y ponerse una flor en el pelo para afrontar el duro vendaval que se le viene encima con mejor ánimo. Tampoco en el entorno de Izquierda Unida, más acostumbrados a estas lides que Ganemos, se pone la mano en el fuego por nada. El hastío del último pacto de Gobierno en la Junta, con el PSOE, todavía les amarga el gesto al recordarlo. Y el vértigo de las posibilidades no mejora la cosa.
Así que nadie salió de la caseta de La Prensa con las ideas más claras que cuando entró . Ni la cerveza ni el vino ni el tremendo perol de arroz con pollo y verduras ayudaron a despejar la cabeza. Cada conversación versaba un poco de lo mismo. Alegría por un posible cambio en unos, asombro e incredulidad por lo ocurrido en otros -algunas caras entre los miembros del PP hablaban sin pronunciar palabra- y muchas dudas sobre lo que va a pasar en todos.
Todos los años, la Asociación de la Prensa de Córdoba ofrece el primer lunes de la Feria de Mayo una copa en su tradicional recepción en la caseta de La Prensa. Pero cada cuatro, la cita suele traer una coincidencia que no siempre es grata para todos: la noche de antes se han celebrado las elecciones municipales. Y pase lo que pase, políticos, empresarios, representantes de los sindicatos y demás fuerzas vivas municipales, se reúnen bajo una misma lona a beber y comer como si tal cosa. Se haya ganado, se haya perdido o nadie sepa qué ha pasado exactamente. Y eso último ha ocurrido este lunes.
En 2011, el alcalde Andrés Ocaña, tras los peores resultados electorales de Izquierda Unida y después de uno de los fines de semana más agrios de su vida política -la madrugada del sábado anterior, mientras explotaban los fuegos artificiales que inauguraban la Feria, el Banco de España expropiaba Cajasur- se armó de dignidad y visitó estoico la caseta. Allí se encontró a la exultante cúpula del PP cordobés, con José Antonio Nieto al frente, que acababa de lograr la mayoría absoluta en Capitulares. Así que hace cuatro años estaba claro quién había ganado y quién había perdido las elecciones. Pero, ¿y ahora?
Este domingo las urnas han dejado el panorama en la Caseta de la Prensa algo más confuso. Nieto ha vuelto a ganar las elecciones pero, como le pasó en 2007, su mayoría no es absoluta y le deja expuesto a posibles pactos de las fuerzas de izquierda, encabezadas por el PSOE y su candidata,
Isabel Ambrosio. De esta forma, el alcalde en funciones y vencedor en las urnas insistía en lo que ha dicho el parlamentario andaluz y exteniente de alcalde de Presidencia, Miguel Ángel Torrico: que comienza a dialogar con el resto de fuerzas políticas y que va a pedir un recuento de votos. Nieto y el PP sospechan que todavía pueden arrancar un concejal más al Pleno, en detrimento del PSOE.
Así que en la caseta de La Prensa todo el mundo andaba felicitando y consolando a todo el mundo. Al alcalde por ganar a sabiendas de que a lo mejor no va a gobernar. Y a Ambrosio porque a pesar de tocar el gobierno con la punta de los dedos, afianzarlo supone un frenesí de reuniones,
conversaciones, acuerdos y pactos de tal calibre -con IU y Ganemos- que pocos quieren estar en su piel. Ella, por su parte, optó por vestirse de flamenca y ponerse una flor en el pelo para afrontar el duro vendaval que se le viene encima con mejor ánimo. Tampoco en el entorno de Izquierda Unida, más acostumbrados a estas lides que Ganemos, se pone la mano en el fuego por nada. El hastío del último pacto de Gobierno en la Junta, con el PSOE, todavía les amarga el gesto al recordarlo. Y el vértigo de las posibilidades no mejora la cosa.
Así que nadie salió de la caseta de La Prensa con las ideas más claras que cuando entró . Ni la cerveza ni el vino ni el tremendo perol de arroz con pollo y verduras ayudaron a despejar la cabeza. Cada conversación versaba un poco de lo mismo. Alegría por un posible cambio en unos, asombro e incredulidad por lo ocurrido en otros -algunas caras entre los miembros del PP hablaban sin pronunciar palabra- y muchas dudas sobre lo que va a pasar en todos.
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