Salita de estar de un hogar venido a menos en una gran ciudad. Finales de los 60. Una señora de unos 70 años se enfrenta a la última noche en su casa. Ha de preparar el equipaje para la nueva etapa que emprenderá justo al día siguiente cuando se mude a una residencia de ancianos. El canapé, el sillón, los platos de postre, la sopera, la plancha, el álbum de fotos, el retrato enmarcado de su marido, el reloj de pared y hasta el cuadro de ‘La última cena’ se antojan, de repente, objetos imprescindibles para su bienestar si no fuera porque “está terminantemente prohibido” llevarlos a la que sospecha que será su última y amarga aventura.
En el trance de hacer ese equipaje imposible, de meter en dos tristes y pequeñas maletas los recuerdos de toda una vida, se sitúa ‘Una mujer en la ventana’, la obra de la emblemática compañía Uroc con la que el ciclo ‘Delicatessen’ (que Axioma Teatro programa con sumo cuidado para el Ayuntamiento de la capital) se despidió hasta el próximo otoño el jueves en el Apolo de Almería.
Con este planteamiento argumental y Petra Martínez (“la mejor actriz que tenemos en España”, decía Gloria Zapata, de Axioma) como única intérprete sobre el escenario, lo fácil sería imaginarse un dramón. Nada más lejos de la realidad. Porque con Petra y con Uroc nada es lo fácil.
A lo largo de una hora, esta dama de la escena curtida en mil batallas (empezó en el teatro independiente, ha hecho cine y ahora se asoma a los hogares españoles como doña Fina con la popular serie ‘La que se avecina’) recorre la única estancia de su casa y repasa, al mismo tiempo, la que ha sido su vida con un sentido del humor y una ternura que desarman al público.
En un monólogo sin más réplica que la de un colorín que siempre canta a destiempo, Petra hace reír a carcajadas y te pellizca el corazón sin necesidad de pronunciar la palabra ‘desahucio’ hasta la mitad de la obra. Porque ‘Una mujer en la ventana’ (basada en un texto del dramaturgo alemán Franz Xaver Kroetz traducido y adaptado por Manuel Heredia y dirigido por Juan Margallo, reputado actor y compañero de la actriz) es una de las funciones más antiguas de Uroc -que la ponía en escena hace 30 años- y, a la vez, una de las más actuales. Sin cambiarle una coma.
Sí, hace treinta años ya había desahucios. Pero es que en esta propuesta están latentes también temas que nos tocan como la soledad de la vejez, el olvido social y familiar de los mayores o la pérdida de identidad derivada del despojamiento de los recuerdos. “La vida misma”, recordaron en el coloquio posterior Petra y Juan sin representar a nadie más que a sí mismos. Teatreros de la vida, vividores del teatro.
A lo largo de una hora, esta dama de la escena curtida en mil batallas recorre la única estancia de su casa y repasa la que ha sido su vida
En el trance de hacer ese equipaje imposible, de meter en dos tristes y pequeñas maletas los recuerdos de toda una vida, se sitúa ‘Una mujer en la ventana’, la obra de la emblemática compañía Uroc con la que el ciclo ‘Delicatessen’ (que Axioma Teatro programa con sumo cuidado para el Ayuntamiento de la capital) se despidió hasta el próximo otoño el jueves en el Apolo de Almería.
Con este planteamiento argumental y Petra Martínez (“la mejor actriz que tenemos en España”, decía Gloria Zapata, de Axioma) como única intérprete sobre el escenario, lo fácil sería imaginarse un dramón. Nada más lejos de la realidad. Porque con Petra y con Uroc nada es lo fácil.
A lo largo de una hora, esta dama de la escena curtida en mil batallas (empezó en el teatro independiente, ha hecho cine y ahora se asoma a los hogares españoles como doña Fina con la popular serie ‘La que se avecina’) recorre la única estancia de su casa y repasa, al mismo tiempo, la que ha sido su vida con un sentido del humor y una ternura que desarman al público.
En un monólogo sin más réplica que la de un colorín que siempre canta a destiempo, Petra hace reír a carcajadas y te pellizca el corazón sin necesidad de pronunciar la palabra ‘desahucio’ hasta la mitad de la obra. Porque ‘Una mujer en la ventana’ (basada en un texto del dramaturgo alemán Franz Xaver Kroetz traducido y adaptado por Manuel Heredia y dirigido por Juan Margallo, reputado actor y compañero de la actriz) es una de las funciones más antiguas de Uroc -que la ponía en escena hace 30 años- y, a la vez, una de las más actuales. Sin cambiarle una coma.
Sí, hace treinta años ya había desahucios. Pero es que en esta propuesta están latentes también temas que nos tocan como la soledad de la vejez, el olvido social y familiar de los mayores o la pérdida de identidad derivada del despojamiento de los recuerdos. “La vida misma”, recordaron en el coloquio posterior Petra y Juan sin representar a nadie más que a sí mismos. Teatreros de la vida, vividores del teatro.
A lo largo de una hora, esta dama de la escena curtida en mil batallas recorre la única estancia de su casa y repasa la que ha sido su vida
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