Es una fuerza de la naturaleza, un ciclón que ha logrado que Almería se convierta en lugar de peregrinación de estrellas mundiales. “Vienen porque les tratamos bien, tenemos prestigio y porque la ciudad les gusta”, afirma. En febrero vendrá Brad Mehldau, “el mejor pianista del mundo”.
Fundaste Clasijazz en 1998 y habéis organizado desde entonces más de mil cuatrocientos conciertos. ¿El jazz está más que consolidado en Almería?
Sí, mucho más que en otras provincias e incluso que en otros países. Clasijazz es una microestructura que alberga jazz para niños, jazz profesional y una programación que es la más puntera de Europa. Traemos artistas internacionales sin ayuda y con financiación propia.
Entonces lo hacéis todo con vuestra ilusión inquebrantable...
Sí, la programación sale de la ilusión “religiosa”. Queremos que Almería sea un referente internacional, que ya lo es. Hay veinticinco ciclos de jazz, danza contemporánea, ópera, zarzuela, orquesta barroca... Organizamos veinticinco conciertos al mes de géneros minoritarios que queremos convertirlos en mayoritarios. Y lo hacemos con fondos privados pero dirigido a todo el público almeriense. El hito más grande que vamos a tener en unos meses es la actuación de Brad Mehldau, el mejor pianista del mundo. Llevo ocho años intentándolo, tras escribir cientos de correos...
Los comienzos debieron ser difíciles.
Desde un principio lo hacemos de una forma altruista, por y para Almería. Colaboran con nosotros la Diputación y puntualmente el Ayuntamiento de Almería y el de Roquetas. Federico Rebolloso es presidente de la Asociación y yo de la Fundación. Con constancia y perseverancia hemos logrado que vengan leyendas del jazz como Lee Konitz, que vino con ochenta y ocho años, Barry Harris, Joe Lovano, Gary Bartz... Les encanta Almería y piden venir de nuevo por el trato que le damos y porque la ciudad les gusta.
¿Has viajado a Nueva Orleans? Allí el jazz se respira en la calle.
No he ido. Es la cuna del origen de esta música con un género concreto, de los años veinte y treinta. De todos modos la catedral de este estilo es Nueva York, y en Europa Copenhague, que celebra la Clasijazz Big Band, con mil quinientos conciertos en diez días. Y después de la capital danesa estamos nosotros. Hemos ido este año y pensamos ir el que viene. Me apasiona este mundo. ¿Sabes? Creo que ilusiono a la gente, me vuelco en todo, desde cargar una batería, tocar el piano, organizar, limpiar si hace falta... Y es bueno, porque transmites esa pasión.
En Nueva Orleans hay aún mucho racismo, fui testigo. Miles Davis decía que él eso lo sobrellevaba haciendo música. ¿El jazz coincide con el flamenco en que sale del sufrimiento?
Sí, es idéntico al flamenco. Los primeros cantes flamencos de las minas y las fraguas eran para liberarte del dolor. En América el jazz nacía en los campos de algodón, pero bebe de la música negra y de la blanca. Es unificadora de culturas.
Creo que puedes enseñar música de una forma que la gente no sospecharía...
Si, y lo estoy comprobando con los niños en los pueblos, adonde vamos. Se puede hacer música con cuatro notas y a partir de ahí improvisar y expresarte musicalmente. La gente se sorprendería de lo que es capaz.
¿El jazz es pura improvisación?
El principal elemento es la improvisación y la interacción de los músicos. Quien toca jazz puede tocar cualquier otro tipo de música, cosa que no siempre sucede al revés.
Estáis en otra guerra, la del Conservatorio. ¿Cómo vais?
Soy profesor y padre de dos alumnos. Para la vida musical de una ciudad su Conservatorio es lo más importante. No cabemos en el actual, las instalaciones son precarias y no tenemos sitio para actuar, lo hacemos en la biblioteca... Pero confiamos plenamente en que estas movilizaciones den un resultado pronto. Las ‘Ampas’ de música, que están moviéndose mucho, han pasado de tener cien personas a ochocientas este año.
¿Qué no has hecho que te gustaría hacer?
Vivir en Copenhague con mi familia, que siempre me ha apoyado. Me gustaría estar un tiempo para coger de nuevo ideas para Almería.
Pablo Mazuecos fundó con veinte años Clasijazz, un fenómeno musical que ha removido los cimientos culturales de la provincia.
Fundaste Clasijazz en 1998 y habéis organizado desde entonces más de mil cuatrocientos conciertos. ¿El jazz está más que consolidado en Almería?
Sí, mucho más que en otras provincias e incluso que en otros países. Clasijazz es una microestructura que alberga jazz para niños, jazz profesional y una programación que es la más puntera de Europa. Traemos artistas internacionales sin ayuda y con financiación propia.
Entonces lo hacéis todo con vuestra ilusión inquebrantable...
Sí, la programación sale de la ilusión “religiosa”. Queremos que Almería sea un referente internacional, que ya lo es. Hay veinticinco ciclos de jazz, danza contemporánea, ópera, zarzuela, orquesta barroca... Organizamos veinticinco conciertos al mes de géneros minoritarios que queremos convertirlos en mayoritarios. Y lo hacemos con fondos privados pero dirigido a todo el público almeriense. El hito más grande que vamos a tener en unos meses es la actuación de Brad Mehldau, el mejor pianista del mundo. Llevo ocho años intentándolo, tras escribir cientos de correos...
Los comienzos debieron ser difíciles.
Desde un principio lo hacemos de una forma altruista, por y para Almería. Colaboran con nosotros la Diputación y puntualmente el Ayuntamiento de Almería y el de Roquetas. Federico Rebolloso es presidente de la Asociación y yo de la Fundación. Con constancia y perseverancia hemos logrado que vengan leyendas del jazz como Lee Konitz, que vino con ochenta y ocho años, Barry Harris, Joe Lovano, Gary Bartz... Les encanta Almería y piden venir de nuevo por el trato que le damos y porque la ciudad les gusta.
¿Has viajado a Nueva Orleans? Allí el jazz se respira en la calle.
No he ido. Es la cuna del origen de esta música con un género concreto, de los años veinte y treinta. De todos modos la catedral de este estilo es Nueva York, y en Europa Copenhague, que celebra la Clasijazz Big Band, con mil quinientos conciertos en diez días. Y después de la capital danesa estamos nosotros. Hemos ido este año y pensamos ir el que viene. Me apasiona este mundo. ¿Sabes? Creo que ilusiono a la gente, me vuelco en todo, desde cargar una batería, tocar el piano, organizar, limpiar si hace falta... Y es bueno, porque transmites esa pasión.
En Nueva Orleans hay aún mucho racismo, fui testigo. Miles Davis decía que él eso lo sobrellevaba haciendo música. ¿El jazz coincide con el flamenco en que sale del sufrimiento?
Sí, es idéntico al flamenco. Los primeros cantes flamencos de las minas y las fraguas eran para liberarte del dolor. En América el jazz nacía en los campos de algodón, pero bebe de la música negra y de la blanca. Es unificadora de culturas.
Creo que puedes enseñar música de una forma que la gente no sospecharía...
Si, y lo estoy comprobando con los niños en los pueblos, adonde vamos. Se puede hacer música con cuatro notas y a partir de ahí improvisar y expresarte musicalmente. La gente se sorprendería de lo que es capaz.
¿El jazz es pura improvisación?
El principal elemento es la improvisación y la interacción de los músicos. Quien toca jazz puede tocar cualquier otro tipo de música, cosa que no siempre sucede al revés.
Estáis en otra guerra, la del Conservatorio. ¿Cómo vais?
Soy profesor y padre de dos alumnos. Para la vida musical de una ciudad su Conservatorio es lo más importante. No cabemos en el actual, las instalaciones son precarias y no tenemos sitio para actuar, lo hacemos en la biblioteca... Pero confiamos plenamente en que estas movilizaciones den un resultado pronto. Las ‘Ampas’ de música, que están moviéndose mucho, han pasado de tener cien personas a ochocientas este año.
¿Qué no has hecho que te gustaría hacer?
Vivir en Copenhague con mi familia, que siempre me ha apoyado. Me gustaría estar un tiempo para coger de nuevo ideas para Almería.
Pablo Mazuecos fundó con veinte años Clasijazz, un fenómeno musical que ha removido los cimientos culturales de la provincia.
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