Es la hora de la verdad para las comercializadoras almerienses en Madrid, el centro del anillo, donde se va viendo cómo va ir la campaña y a qué precio se va a suministrar género a los clientes. Es también el tiempo de los fichajes, donde el contacto cara a cara ayuda a sellar negocios.
En este micromadrid enmoquetado, de azafatas y cigarrillos en la puerta, de pabellones colosales y de racimos de verduras desgranándose por el cartón piedra, es donde Almería se siente segura -sin dormirse en los laureles- de que puede seguir compitiendo en calidad y precio. Allí están los ajos de Peregrín, lo tomates de Primaflor, las sandías de Agroponiente, las montañas de pimientos amarillos de Costa de Almería, el Balcón de Níjar o el blanco nuclear del stand de Femago: allí están los Lobello de Pedro Caparrós, las verduras verdes de Murgiverde o los pimientos picantes de Unica; allí están Coexphal y Ecohal, juntos y casi abrazados en el centro del pabellón y el cilantro y el laurel de la ejidense Herbex y los bichos de Koppert y las semillas de Rijk Zwaan.
Es un año más el espectáculo de Fruit Attraction, la feria que terminó de hacer naufragar a la Expo almeriense, un gran escenario abarrotado de profesionales donde todo el mundo parecer querer comprar y vender algo. Es, con más de un millar de empresas y 25 países, una feria auténtica en la que se ve y se saborea lo que se compra, un producto con su piel, su cáscara, su hueso y hasta su rabo.
Los productos embotellados de V gama, como el nuevo gazpacho de invierno de Biosabor se mezclan con los pimientos precocinados, en una espiral de innovación, de nuevos eurekas que parece que nunca tiene fin.
El Ejido, el municipio con más superficie invernada de la provincia, ha apostado su ‘Gourmet Quality’ por la calidad de vida, basada en la dieta mediterránea, en los productos que crecen calladamente bajo su mar de plástico que se ve desde la luna, según el astronauta Pedro Duque. Pero no es fácil emitir destellos en un sector tan competitivo, tan caníbal. Todas las provincias y comunidades también se esfuerzan por destacar en este gran mercado de persa de las vitaminas.
Pero Almería, salvo, que alguien diga lo contrario, por ahora se lleva la palma en número de empresas (52) en términos relativos y con casi un millar de profesionales trabajando en abrirse un hueco entre los millones de consumidores de este planeta, como reflejo de sus 30.000 hectáreas invernadas, sus 2.3000 millones de facturación y sus 3.5 millones de toneladas comercializadas el pasado año.
Mañana se cierra el telón de esta feria de carne y hueso, de una feria auténtica en la que Almería luce, sigue luciendo, con luz propia.
La Muestra de Madrid se supera y Almería decide allí buena parte de sus contratos
En este micromadrid enmoquetado, de azafatas y cigarrillos en la puerta, de pabellones colosales y de racimos de verduras desgranándose por el cartón piedra, es donde Almería se siente segura -sin dormirse en los laureles- de que puede seguir compitiendo en calidad y precio. Allí están los ajos de Peregrín, lo tomates de Primaflor, las sandías de Agroponiente, las montañas de pimientos amarillos de Costa de Almería, el Balcón de Níjar o el blanco nuclear del stand de Femago: allí están los Lobello de Pedro Caparrós, las verduras verdes de Murgiverde o los pimientos picantes de Unica; allí están Coexphal y Ecohal, juntos y casi abrazados en el centro del pabellón y el cilantro y el laurel de la ejidense Herbex y los bichos de Koppert y las semillas de Rijk Zwaan.
Es un año más el espectáculo de Fruit Attraction, la feria que terminó de hacer naufragar a la Expo almeriense, un gran escenario abarrotado de profesionales donde todo el mundo parecer querer comprar y vender algo. Es, con más de un millar de empresas y 25 países, una feria auténtica en la que se ve y se saborea lo que se compra, un producto con su piel, su cáscara, su hueso y hasta su rabo.
Los productos embotellados de V gama, como el nuevo gazpacho de invierno de Biosabor se mezclan con los pimientos precocinados, en una espiral de innovación, de nuevos eurekas que parece que nunca tiene fin.
El Ejido, el municipio con más superficie invernada de la provincia, ha apostado su ‘Gourmet Quality’ por la calidad de vida, basada en la dieta mediterránea, en los productos que crecen calladamente bajo su mar de plástico que se ve desde la luna, según el astronauta Pedro Duque. Pero no es fácil emitir destellos en un sector tan competitivo, tan caníbal. Todas las provincias y comunidades también se esfuerzan por destacar en este gran mercado de persa de las vitaminas.
Pero Almería, salvo, que alguien diga lo contrario, por ahora se lleva la palma en número de empresas (52) en términos relativos y con casi un millar de profesionales trabajando en abrirse un hueco entre los millones de consumidores de este planeta, como reflejo de sus 30.000 hectáreas invernadas, sus 2.3000 millones de facturación y sus 3.5 millones de toneladas comercializadas el pasado año.
Mañana se cierra el telón de esta feria de carne y hueso, de una feria auténtica en la que Almería luce, sigue luciendo, con luz propia.
La Muestra de Madrid se supera y Almería decide allí buena parte de sus contratos
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