José Molero Levenfeld proyectó la construcción de la terraza moderna del Casino de Almería.
En el mes de abril de 1888 don Emilio Pérez Ibáñez, ilustre abogado almeriense y exdiputado a Cortes por el partido Conservador, presentó en el Ayuntamiento la solicitud correspondiente para poder edificar en un solar de su propiedad situado en la prolongación del Paseo del Príncipe, formando esquina con la entonces calle de Valencia (hoy General Segura). Su intención era construir en el solar una espléndida casa de dos pisos y sótano que le diera prestigio a ese tramo final del Paseo.
La casa señorial del abogado se hizo realidad y unos años después se convertiría en un centro de referencia de la vida social y cultural de la ciudad. Fue en 1904 cuando la sociedad Casino de Almería dio un paso hacia adelante al adquirir ese soberbio palacio del Bulevar, que por aquellos años ya era propiedad de los herederos de don Emilio Pérez, que había fallecido en el verano de 1903. La propiedad del edificio pasó a poder de su esposa, doña Francisca Cordero y de sus hijos: Antonio, Emilio, Francisco, Aurora, Alfonso, Francisca y Eduardo, que como herederos fueron los que firmaron el traspaso del edificio, cumpliendo así con la voluntad del fallecido, muy vinculado en vida al Casino.
La nueva ubicación le dio mayor protagonismo a la sociedad,coincidiendo con la consolidación del Paseo como la principal artería de la ciudad. Para seguir ganando prestigio en la ciudad, los responsables del Casino aprovecharon una parte del solar que había quedado libre lindando con la casa para utilizarlo como patio para la organización de bailes de sociedad en los meses de verano. En 1908, el Casino puso en funcionamiento ese espacio como terraza, cuyo estreno se verificó con un gran baile al que asistieron las damas y las señoritas de la alta sociedad local.
La terraza fue también escenario de banquetes, como el que en la Feria de 1910 organizó la Junta de Defensa del Comercio, y de conciertos de la banda del Regimiento de la Corona. Aquel escenario veraniego se fue consolidando como el primer recinto al aire libre dentro de la ciudad. En 1912, viendo el auge que seguía experimentando el recinto, el entonces presidente del Casino, don José Molero Levenfeld, le propuso a su junta de socios que había llegado el momento de dar un paso adelante para que aquella modesta terraza, que no iba más allá de un amplio patio adornado con macetas y luces de colores, se transformara en un lugar más acogedor y adecuado para los inquilinos que lo frecuentaban. Quiso que la terraza fuera un sitio de referencia, un espacio acogedor que se convirtiera en orgullo de toda la ciudad. El propio señor Levenfeld se encargó de elaborar los planos y de presentar el proyecto en las oficinas municipales en el mes de marzo del año 1912, siendo inmediatamente aprobado.
La nueva terraza del Casino fue inaugurada al verano siguiente con todos los honores de un gran recinto. Desde entonces fue el gran escenario de las fiestas del mes de agosto, protagonismo que mantuvo durante décadas y que alcanzó sus cotas más altas en los años cincuenta del pasado siglo, cuando las mujeres más atractivas y los hombres más elegantes de Almería se daban cita en aquellas veladas veraniegas que empezaban cuando aparecía en escena la orquesta. No cabía un alma en la pista y en los balcones que rodeaban la terraza se agolpaban los muchachos para desde aquella perspectiva tener la mejor visión posible de la sala.
Aquellas madrugadas no tenían edad, siempre que se hubiera superado la barrera de los dieciocho años. Los padres acudían también a la fiesta para vigilar de cerca a sus hijas y para tratar de rescatar, de paso, la belleza que se les quedó atrás, perdida en aquellos salones de su juventud donde intercambiaron sus primeras pasiones, siempre con el debido recato.
En el mes de abril de 1888 don Emilio Pérez Ibáñez, ilustre abogado almeriense y exdiputado a Cortes por el partido Conservador, presentó en el Ayuntamiento la solicitud correspondiente para poder edificar en un solar de su propiedad situado en la prolongación del Paseo del Príncipe, formando esquina con la entonces calle de Valencia (hoy General Segura). Su intención era construir en el solar una espléndida casa de dos pisos y sótano que le diera prestigio a ese tramo final del Paseo.
La casa señorial del abogado se hizo realidad y unos años después se convertiría en un centro de referencia de la vida social y cultural de la ciudad. Fue en 1904 cuando la sociedad Casino de Almería dio un paso hacia adelante al adquirir ese soberbio palacio del Bulevar, que por aquellos años ya era propiedad de los herederos de don Emilio Pérez, que había fallecido en el verano de 1903. La propiedad del edificio pasó a poder de su esposa, doña Francisca Cordero y de sus hijos: Antonio, Emilio, Francisco, Aurora, Alfonso, Francisca y Eduardo, que como herederos fueron los que firmaron el traspaso del edificio, cumpliendo así con la voluntad del fallecido, muy vinculado en vida al Casino.
La nueva ubicación le dio mayor protagonismo a la sociedad,coincidiendo con la consolidación del Paseo como la principal artería de la ciudad. Para seguir ganando prestigio en la ciudad, los responsables del Casino aprovecharon una parte del solar que había quedado libre lindando con la casa para utilizarlo como patio para la organización de bailes de sociedad en los meses de verano. En 1908, el Casino puso en funcionamiento ese espacio como terraza, cuyo estreno se verificó con un gran baile al que asistieron las damas y las señoritas de la alta sociedad local.
La terraza fue también escenario de banquetes, como el que en la Feria de 1910 organizó la Junta de Defensa del Comercio, y de conciertos de la banda del Regimiento de la Corona. Aquel escenario veraniego se fue consolidando como el primer recinto al aire libre dentro de la ciudad. En 1912, viendo el auge que seguía experimentando el recinto, el entonces presidente del Casino, don José Molero Levenfeld, le propuso a su junta de socios que había llegado el momento de dar un paso adelante para que aquella modesta terraza, que no iba más allá de un amplio patio adornado con macetas y luces de colores, se transformara en un lugar más acogedor y adecuado para los inquilinos que lo frecuentaban. Quiso que la terraza fuera un sitio de referencia, un espacio acogedor que se convirtiera en orgullo de toda la ciudad. El propio señor Levenfeld se encargó de elaborar los planos y de presentar el proyecto en las oficinas municipales en el mes de marzo del año 1912, siendo inmediatamente aprobado.
La nueva terraza del Casino fue inaugurada al verano siguiente con todos los honores de un gran recinto. Desde entonces fue el gran escenario de las fiestas del mes de agosto, protagonismo que mantuvo durante décadas y que alcanzó sus cotas más altas en los años cincuenta del pasado siglo, cuando las mujeres más atractivas y los hombres más elegantes de Almería se daban cita en aquellas veladas veraniegas que empezaban cuando aparecía en escena la orquesta. No cabía un alma en la pista y en los balcones que rodeaban la terraza se agolpaban los muchachos para desde aquella perspectiva tener la mejor visión posible de la sala.
Aquellas madrugadas no tenían edad, siempre que se hubiera superado la barrera de los dieciocho años. Los padres acudían también a la fiesta para vigilar de cerca a sus hijas y para tratar de rescatar, de paso, la belleza que se les quedó atrás, perdida en aquellos salones de su juventud donde intercambiaron sus primeras pasiones, siempre con el debido recato.
(La voz de Almería)
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